CALMA.
MARÍA MONTESSORI
El “frasco de la calma” no es más que una botella con
pegamento líquido y brillo. Simplemente con agitarlo se genera sus
beneficios, y si les acompañamos con enseñarles a los pequeños a tomar unas
respiraciones profundas mientras se concentran en lo que sucede con el recipiente
mucho mejor.
Según algunos estudios, mientras que el niño observa la
caída de brillo, puede organizar y centralizar el sistema nervioso.
Cuando
el niño está estresado, su ritmo cardíaco se acelera junto a su respiración y
al ver la lenta caída del brillo, genera un modelo visual para
inconscientemente entregar una señal al cerebro que disminuya la
agitación. Además, mientras sucede esto, el adulto puede proporcionar un
espacio para que el menor trate de explicar las razones de la tristeza, la ira
o la frustración.
Hay que considerar que cada niño responde de una manera
diferente y que habrá que probar el interés que tenga frente a este pote de la
calma. Para los interesados, es muy fácil de hacer en casa, sólo necesitas:
– 1 frasco de plástico transparente con tapa
– 1 o 2 cucharadas de pegamento con brillo
– 3 o 4 cucharaditas de brillo del color que quieras
– 1 gota de colorante
– Agua caliente
– 1 o 2 cucharadas de pegamento con brillo
– 3 o 4 cucharaditas de brillo del color que quieras
– 1 gota de colorante
– Agua caliente
Como hacer nuestro frasco de la calma:
Mezcla el agua caliente con el pegamento de cristal y el
brillo. Deja un espacio vacío en la parte superior del pote para que el
niño pueda agitar su contenido. Cerrar bien el frasco y listo para agitar!
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